Si no he escrito es porque llevo unos cuantos días arrastrándome del trabajo a la cama y de la cama al trabajo, gracias a lo cual, mis anginas no acaban de recuperarse del todo. Hoy me he quedado en casa porque esta mañana mi cuerpo ya no daba para más y he retomado la vida contemplativa de blogs ajenos en busca de un poco de inspiración, harta de tanto pañuelo y aspirinas.
También hoy es un hito en mi vida. Definitivamente me estoy haciendo mayor, porque buscando inspiración he caído en la cuenta de que ya no solo me gustan los trapos y las cremas como antes, sino que los ojos se me van primero a imágenes de alfombras, lámparas y cosas del hogar (qué cursi suena, lo sé). Y eso que ni tengo casa propia ni creo que la tenga hasta dentro de bastantes años. Ni siquiera puedo acumular demasiados trastos porque algún día habrá una vuelta y muchas cosas quedarán en Australia. Pero soy feliz imaginando cómo sería mi salón ideal, mi terraza ideal, mi piscina ideal. Pensando a lo grande siempre. Yo, que odiaba cuando rebuscaba revistas en casa de mis padres y solo encontraba El Mueble, revista aburrida donde las haya....estoy convencida de que ahora mismo me leería entera.
Para rematar mi vena marujil, también he comenzado una colección con mis mejores recetas para salir del paso y no morir de hambre en el exilio. Por cierto, ayer hice una sopa y me salió amarga. Quiero decir, asquerosa. Nadie me había dicho que a la sopa no se le echa laurel, yo que sabía. Como quería que tuviera mucho sabor, le eché un buen puñado de hojas. Claro, después de estar cociendo durante más de cinco horas, aquello era intragable, sabía a planta, como a armario de medicamentos rancios. Desde hoy también odio el laurel.
A lo que iba. Ésta es mi inspiración para hoy, en mi línea casera como comentaba. Me encantan los colores, todos juntos y todos mezclados.
Todas las imágenes pertenecen al catálogo de otoño de esta preciosa marca danesa,
Rice que he descubierto hoy gracias a
Decor8.